Encuentro Comunitario para la Prevención del Suicidio
Barrio
“Juan Manuel Salas” – sábado 22 de diciembre de 2014
Por
Alejandra del Valle Pasetto
Debido
a una sucesión de varios suicidios de jóvenes adolescente, del Barrio “Juan
Manuel Salas” de la localidad de Fiambalá – Tinogasta, es que decidimos concretar
un Encuentro Comunitario desde la Asociación
de Asistencia a los Familiares del Suicida (AAFASU). Entidad sin fines de lucro,
por lo cual solicitamos colaboración al Intendente Comunal, Prof. Quintar y al Dr.
Dalmacio Mera, Vicegobernador de la provincia, quienes nos sostuvieron el
alojamiento y el transporte, respectivamente.
Dice Julio Cortázar - “Nada
está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y
que hay que empezar de nuevo", adjudicándole a La Palabra un valor trascendental: es necesario decir, para admitir, caer en la cuenta de que “todo está
perdido”, para poder “empezar de nuevo”. Pero ¿qué sucede si no nos enseñaron
de la importancia de “decirlo”? Se da por sentado que esto se sabe, que los
niños y los adolescentes, principalmente, saben hablar… pero aprender a
afrontar una situación estresante, admitiéndolo en palabras, es una
construcción que se va estimulando y fortaleciendo por entorno y con el tiempo.
Como era la primera vez que llegábamos al Bº
Juan Manuel Salas, decidimos acercarnos para llevarles información, escucharlos
y acompañarlos en esta instancia de dolor. Momento único, que nos pareció
importante compartir, razón por la cual realizamos este escrito.
Presentamos una compilación de relatos
escuchados en el Encuentro Comunitario e incluimos opiniones de profesionales, que
hicieron su aporte para la prevención del suicidio, en diferentes actividades y
en otros tiempos, pero que suman a la hora de buscar factores desencadenantes.
Desarrollo de la actividad:
Ya en
un salón de usos múltiples, iniciamos la actividad pensada: una breve
exposición sobre tres definiciones (el suicidio, factores de riesgo y factores
protectores), para delimitar un eje de lo que hablaríamos. Una técnica simple,
privilegiando como objetivo general: Escuchar a los Vecinos del Barrio Juan
Manuel de Salas.
Como
Familiares de Suicida conocemos de la importancia de vencer los prejuicios y
creencia que giran en torno al suicidio, pensando en esto es que decidimos
acercarnos para compartir experiencias. Les explicamos que el suicidio es un
proceso, es decir que cumple etapas de inicio (ideas de suicidio, fantasías),
crisis suicida (el quiebre circunstancial que precipita el intento, “la gota que rebalsa el vaso”) y la resolución (planificación
del modo, de la fecha y el lugar).
También,
que existen múltiples predisponentes o factores de riesgo que favorecen el
comienzo de dicho proceso: así por ejemplo, la falta de habilidades personales para
sortear dificultades, la disposición para afrontar negativamente circunstancias
de sufrimiento por pérdidas afectivas, propicia el Riesgo suicida. En este
mismo sentido, el entorno social y las posibilidades de habitabilidad,
educación, cultura, formas de comunicación, situación socio-política-económica,
etc., también se constituye Factores de Riesgos.
Un
vez concluida la breve exposición, les propusimos reunirnos en grupos para
poder escucharlos en cuanto a sus consideraciones de lo que a “su parecer”
podrían ser Factores de Riesgo locales. De estos grupos también participaron y
por iniciativa de la Directora de Desarrollo Social de la Municipalidad,
empleados y funcionarios municipales, lo cual nos pareció interesante que se
sumaran como vecinos preocupados…
Cuando
le das oportunidad al espíritu que se exprese surgen cuestiones que deberían
ser consideradas: “nos sentimos
abandonados de la mano de Dios, nadie nos lleva el apunte. Me preocupa que acá
pasan las cosas malas y todos hacemos como si nada…”,- comenzó hablando una
señora con determinación - “yo creo que
el problema acá es que nadie cuida a nadie. ¡Hay mucho descuido! Usted va a ver
a los chicos sueltos en la calle todo el día, y a los padres que andan por ahí.
Como si nada”. “Yo misma deje a mi hijos para ir a trabajar y ahora ya no me
llevan el apunte. Hacen lo que quiere… Trate de mejorar con los más chicos, quedándome
más tiempo en casa para atenderlos. Aunque a veces no nos alcanza lo que gano” “Hay
mucha pobreza, también. Hay veces que los chicos no tienen ni para comer y eso
da mucha pena…”
Reiteradas veces escuchamos el sentirse
abandonados, de Dios, del Gobiernos, de los Profesionales, hasta el descuido de
ellos mismos, para sí y con los otros (sus hijos), nos preguntamos ¿será
influyente la condición de pobre el sentirse abandonados?
En un trabajo de investigación etnográfica,
en el que se propone comprender el mundo
simbólico de la pobreza, concluye resaltando las divisiones sociales que
existe entre ellos: “El mundo de la
pobreza se divide en dos aguas, los
pobres definidos desde un sentido positivo, “los que trabajan en el
comedor”, “los que luchan por la injusticias”; y los pobres estigmatizados por sus prácticas frecuentes en el circuito de la pobreza de recibir
pasivamente “el plato de comida”, así los atributos que los definen “son la
comodidad”, “la vagancia”, la simulación de la pobreza que para ellos el
comedor es sólo un lugar de paso…” [1]. “Estos grupos cargan con el lastre de
identidades que otros les
atribuyen; identidades en la que se resienten pero que no se les permite
despojarse. Identidades que estereotipan, que humillan, que deshumanizan, que
estigmatizan (Bauman, 2005:86). En la discursividad observamos esta identidad
negativizada, estigmatizada que soportan determinados grupos de la población
pobre, aquellos que llevan en sí mismo, en su cuerpo, en sus espacios, en su
presencia, las marcas de la pobreza, nos referimos primero a los distintos
estereotipos construidos en relación a como ellos se ven, las imágenes del sí
mismo y la de los ‘otros ‘pobres”[2].
Ésta
tan arraigada en sus pensamientos, la desolación en función del abandono, que
solo esperan que alguien venga y haga
algo por ellos: “nosotros necesitamos que
alguien venga y nos diga qué hacer, porque no nos damos cuenta”
Dichos
que también nos obligó a delimitar
nuestro lugar de intervención: Nuestro trabajo comunitario en general, tiene por
fin traspasar
información, de cómo hicimos para superar las “marcas” que deja el
suicidio, de cómo aprendimos a sobrevivir
(tanto como familiar de suicida o como suicidas recuperados) Pero, nuestra misión comunitaria es guiarlos
en el afrontamiento de sus propios pensamientos y en la valoración del “yo soy”, “el yo puedo” y “el yo estoy”[3].
Implicándolos en la tarea de su propia salvación
y la de sus hijos. Ser guardianes de la construcción de pensamientos negativos.
Y ser generadores motivacionales para aprender a “decir”.
En el año 2007, un equipo de la Asociación
Argentina de Prevención del Suicidio (APPS), fue convocado por el gobierno ante
una emergencia sanitaria ante la impactante cantidad de suicidios ocurridos a
lo largo del año para diseñar un programa
provincial de prevención del suicidio; en el cuál una de sus integrantes, Lic.
Liliana Iglesias, reflexionaba sobre “el
silencio en Catamarca” como otra forma de comunicarnos: “El problema entonces era cómo entender esta
propuesta. ¿Qué significa, en ese contexto socio-político-económico-religioso
particular que es Catamarca, la sincera afirmación “De eso (el suicidio) no
sabemos nada”? Significa no tener ninguna representación al respecto, se
refiere a un saber que no existe, un saber del que se tiene un desconocimiento
absoluto, ausencia absoluta, de vacío total. O por el contrario da cuenta de un
saber que por algún motivo se prefiere no enunciar. Algo sabido y ocultado,
callado, silenciado”[4]
Desde la mirada de los especialistas que llegaron de otra provincia, al parecer aprendimos
desde la sumisión a guardar silencio
para expresarnos, sin importa que tan peligroso sea, se siente como si fuera
que nos hemos resignado a esperar…, tal vez un milagro.
“(…)
Es un silencio sumiso, rendido, resignado, desesperanzado e inmóvil. En este
silencio ya no hay lucha ni conflicto. El silencio aterrado e inmóvil casi
impensable. Temor a quedar sin trabajo. Desesperanza por haber perdido todo. Es
la diferencia entre un pueblo esperanzado y uno rendido (…)” La
Lic. Iglesias, comparando hechos históricos del momento, menciona algo que
conocemos muy bien y no nos animemos a admitirlo. Quizás porque perdimos la
habilidad para afrontar.
Otra
vecina comenzó diciendo: “quisiera saber
si el hecho de que ande con mis dos hijitos de un lado para el otro, es malo.
Porque, vivo con mi suegros y somos como veinte en la casa. Cuando yo les digo
algo a los chicos, siempre alguien se mete y le dice lo contrario. Y es todo un
lio, y más para mí que soy así, callada y no le discuto nada”
¿Puede
ser, qué por una cuestión de legado generacional, se haya favorecido la
sobreprotección de las personas, dándoles todo al punto de anularlas para la
vida, resolviéndoles los conflictos y quitándoles las exigencias que les
permita mejorar el uso de sus habilidades personales? En varias oportunidades
escuchamos a padres renegar de la apatía de sus hijos y a los hijos sufrir de
aburrimiento, como resultado de esta desvalorización de la persona.
“Aquellos sistemas que por “amor” o demagogia
sistemáticamente le regalan todo a la gente, la vuelven la más pobre entre las
pobres. Es una de las caras de la miseria humana: carecer de iniciativa,
desaprovechar los talentos, potencialidades y capacidades con que están dotados
casi todos los seres humanos” “Solo los sistemas más despóticos impiden que los
seres humanos desarrollen toda sus potencialidad para vivir” [5] ¿Acaso
otra forma de abandono? Porque tener hijos supone e implica una responsabilidad
que todos deberíamos acompañar. Cuidar y acompañar a los padres que, en muchos
casos, aún no han dejado de ser hijos. No es decirles cómo criar a sus hijos,
es más bien, cómo terminar de afianzar su personalidad, en pos de su bienestar.
En
ese mismo año (2007), se realizo un trabajo de investigación entre jóvenes de
15 a 17 años, “Hice el trabajo porque me inquietaba mucho
los casos de suicidio en Tinogasta, (…) El objetivo era saber la percepción que
ellos tienen del entorno y qué posibilidad de solución podrían tener en cuanto
a aportar en la construcción del proyecto de vida, adonde indagué quiénes
intervienen y quiénes ayudan o no”,- destacamos estas reflexiones
publicadas en el Diario el Ancasti - “Las
valiosas observaciones de la especialista Liz Roger, quien tuvo a su cargo la
investigación, destacan la incomunicación entre los jóvenes y los adultos y la
falta de conexión entre la escuela que mantiene sus códigos tradicionales y las
nuevas generaciones que piensan y actúan de modo distinto”. “En verdad, lo que
se destaca es la ausencia de integración generacional, un fenómeno que no es
nada menor y que está en la raíz del malestar social de estos días. Integración
que debiera buscar el encuentro, el intercambio de sensibilidades y
experiencias, el hallazgo constante de nuevas síntesis que enriquezcan a
mayores y menores y disminuyan el actual índice de aislamiento, incomprensión y
hasta violencia. El mundo es de todos, construcción de todos, deber de todos y
ningún sector debiera marginarse. Esto no amenaza la necesaria diversidad, sino
que la convierten en aventura generadora de armonía y crecimiento -”[6]
Ausencia
de integración generacional, un fenómeno que todos deberíamos tener
en cuenta, porque nos ha despojado de nuestra esencia natural, aquello que solo
los lazos afectivos nos pueden orientar.
Realidad política y
geográfica de Fiambalá:
La
mayoría dependen económicamente de la municipalidad, “el intendente esta hace más veinte años en el gobierno, y usted ha
visto como son los políticos, siempre nos dan cosas y nos ayudan con lo que se
necesita; como los cajones para los muertos que la gente no puede comprar”
“nadie se queja porque todos tienen miedo
a que no se les dé más. Son muchos años que están los mismos, saben vida y obra
de todos. Entonces la gente ya no cree que esto cambie… a menos que se mueran
porque siempre gana él” “Le echan la culpa a la droga, para mí no es eso. Para
mí la droga llego porque “ellos” la trajeron.” Actores sociales que decidieron
expresarse por sí y por aquellos que no dijeron nada. ¿Quizás porque en cada
grupo se encontraba personal municipal y eso los condicionaba? Situaciones
políticas que se repiten una y otra vez en la provincia. Dueños del poder que
atesoran su propio bienestar por encima del bienestar del pueblo, aprovechando
los beneficios de la sumisión y estado de confort de un pueblo que aprendió a dejarse llevar
por el otro más avezado.
Fiambalá,
es un lugar muy particular: zona árida y ventosa. De ahí su nombre que proviene
de la voz cacán fiambalao, que
significa “Casa del Viento”, ya que el viento Zonda es el protagonista del
paisaje. Así lo describe una página web, de tinte turístico: “Por algunos es llamado Huayra Puca, o
"Viento de las brujas", por el poder negativo que desencadena en el
ánimo de las personas, produciendo sopor, angustia, sofocación, depresión,
alergias (arrastra polvo y esparce el polen) y presión alta”, acompañado de
las creencias populares sobre él mismo: “Cuenta
la leyenda que este viento es el castigo de la Pachamama al indio Huampi un
nativo egoísta, ambicioso que no sentía respecto por la naturaleza y mataba
animales solo para demostrar su poder, sin ningún reparo o culpa. – “Eres
ambicioso y egoísta, y desagradecido porque no sabes apreciar ni respetar los
bienes que te doy. Huampi no tienes corazón. No mereces que te perdone..., sino
un castigo por tu maldad, y te llegará...” – sentenció Pachamama”. (http://pueblosoriginarios.com/sur/andina/diaguita/zonda.html)
Fiambalá,
la pre-cordilla andina, de una belleza particular de tierras áridas y pocas
lluvias, en las que el lugareño ha aprendido a acompañar a la madre naturaleza.
Si bien, desconocemos que exista una investigación formal sobre los efectos que
puede producir el viento zonda en la disposición suicida de los fiambalenses,
nos pareció oportuno referirnos a él en particular por los dichos desafortunados
de profesionales de la salud mental de Catamarca, con respecto a su influencia
negativa. Debemos recordar que “el
suicidio es un proceso complejo multideterminado.” Construcción que toma todo lo que le sirva para cumplir
su misión letal y lo va condensando, sobre un marco representacional existente
(AAPS, 2003)[7]. En
una persona con ideación suicida, tanto el zonda como el frio ártico, la selva
africana, el desierto, le pueden servir en
la construcción del desajuste psicosocial, sumando a la multicausalidad. En ese
sentido, promocionar la salud en la prevención del suicidio, a nuestro modo de
entender, es reforzando factores protectores, no solo marcando indicadores de
riesgo.
Conclusiones:
Múltiples
factores de riesgo suicida rodean a una sociedad, eso es irrefutable. En este
caso, Fiambalá no es la excepción. A nuestro modesto entender, consideramos necesario
y vital recuperar los vínculos que antaño nos permitían acolchonar nuestra
psiquis, trasmitiéndonos las experiencias de lo vivido por nuestros abuelos y
valorar los logros alcanzados. Para trasmitir, tendremos que aprender a “valorar
y usar la palabra” defendiendo eso que somos y que nuestra palabra sea tan
importante como la de todos. Acertados o no, es la forma que funciona, es la
forma en la que nos reconocemos, es la forma en la que nos ayudamos
solidariamente.
Nuestros
hijos nos están exigiendo, de la peor forma, cambiar el modo en el que lo hacemos. No podemos ser pasibles
esperando que alguien venga y haga el cambio, no es así como funciona. Debemos
trabajar en pos del bienestar colectivo, salir a la calle y volver a compartir con la gente, volver a
escucharnos, volver a lo fraterno.
Pensamos
que, en ese intercambio de conocimientos empíricos, afianzado por lo
científico, en el diálogo de saberes se puede atenuar la desesperanza y, por lo
tanto el inicio del proceso suicida.
“Yo me fui de la casa a los dieciocho.
Ya no aguantaba vivir con mi papá que es alcohólico y ya tenía a mi hijo, así
que decidí y me fui. Ahora estamos bien, tengo trabajo, no estamos en la misma
situación que los demás pero el que se hayan suicidado los hijos de los vecinos
me asusta porque no sé qué hacer. Yo quisiera saber que debo decirle a mi hijo,
como ayudarlo. Así como dicen ustedes, ver los factores de riesgo”
Una
mujer joven nos comentó cómo pudo salir de una difícil situación, común a tantos
otros, pero con un componente destacable: nos dijo que se puede salir, que se puede cambiar la situación, nos dijo
cómo pudo hacerlo. Aunque ella no lo tenía visto con el valor de lo que eso
significaba.
Equipo de voluntarios:
María
del Carmen Córdoba
Luciana
Barboza Sierralta
Federico
Di Marco
[1] Lic. Claudia Inés Kaen y Gabriela Marisol Romero – (2012)
“Miradas desde abajo, pobreza e
intervención territorial” Proyecto SEDECYT 2013 – 2017
[2] Claudia Inés Kaen, Carlos Medina, Gabriela Palavecino,
Romina Cruz, Miriam Giménez, Natalia Soria, Gisella Vega y Héctor Tejerina – “Identidades en la pobreza… un análisis de
los protagonistas…” - Marzo 2014
[3] Aldo Melillo – Elbio Néstor Suárez Ojeda (compiladores)
– “Resiliencia. Descubriendo las propias
fortalezas” – Paidós 2001
[6] Lic. Liz Roger - “Trabajo
de Investigación avalado por el Ministerio de Educación de la Provincia” - Extraído
del Diario El Ancasti – 26/02/2007
[7] Martínez, Carlos – (2007) – “Introducción a la Suicidología: Teoría, investigación e intervenciones”
Lugar Editorial.
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http://launiondigital.com.ar/noticias/148531-aafasu-fiambala-ofrece-charlas-y-donaciones-barrios-y-escuelas
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